miércoles, 17 de diciembre de 2008

Mariposa adolescente


Verte amanecer a medio ocaso,
con tus ojos de niña fértil,
de amores, de luceros, de noches,
de sueños, solo burbujas en tus labios.

las escamas en las sabanas de arena,
tus juegos de mariposa agridulce, tus semillas,
los frutos dulces de la adolescencia, eran de amores,
del fuego en las puntas de tu cabello, niña salvaje.

Niña de bosques hambrientos, perdida en tu cuerpo
de mujer, lloraste, la lluvia inundaba tu pecho.

Magnolia de invierno, dulce pensamiento de
verano, otra noche mas de tu pelo, de tus ojos,
del sudor en la ventana, del amor en las
paredes, del vino intenso de tu vientre,
de tu juego de mariposa adolescente.


Fin...
Miguel Ángel Porcel de Peralta.

Mi jinete

Ella cabalga toda la noche,
se adueña del día, del mañana.

Ella tiene su cabello gris, y monta
sobre las obras de Shekespeare.

Ella es la mejor de mis jinetes,
trepa al caballo azul, monta la noche,
gime como pájaro, copula bajo el cielo
nocturno.

Logra despertar la lívida serpiente,
ofreciéndole un gran refugio para
la lluvia.
La tienta, con sus inmaculados
frutos prohibidos.

¡La atrae, luego la mata!

Ella jinetea toda la vida, grita,
susurra el goce mas interno.
Ella duerme mi entrepierna,
entumece mis músculos, ahogas
mis venas, exilio de muerte.

Mi amor cabalga toda la noche, me da,
la eterna inmortalidad, luego, su letal
beso de la muerte.


Fin...
Miguel Ángel Porcel de Peralta

jueves, 29 de mayo de 2008

Un tango a las 14:06


Hoy mis ojos se partieron en mil cristales, se disolvían en el aire,
se fusionaban con las partículas oxidadas de mis huesos, cansado,
dormido, mi cabeza suspendida sobre mi columna, con el alivio
sometido al pasado, no, no te vi reír, cruzaste la avenida con la
prisa entre tus pies, giraste trescientos sesenta grados y no me viste,
o ignorabas mi presencia.

Mi mano suspendida a la distancia de mi pecho, un vaso de vodka
fino me distraía, mientras mi otra mano se ahogaba en su vicio
de humo negro, me preguntaba si eras tú, esa divina mujer que años
atrás había conocido en Barcelona, que me había robado el alma, que
había profanado mis sentidos.
Si, tú, mujer de miel y trigo, con tu mirada de luna hechicera conquistaste
lo ultimo que quedaba de mi amor.
Gitana misteriosa, abrumabas mi soledad, mi conciencia,
olías a magnolia, olías a caramelo de niño, y yo 40años de soledad.

Te vi pasar por la plaza mayor arrastrando belleza ante la mirada desesperada
de mi amor. Ese día creí en ángeles, rezaba en mi sosiego, pensando que era
mi último aliento, pero no, por que te atravesaste en mi pecho y mi aliento
se había frenado de desesperación.

Volviendo al presente, mis ojos ven lo amarillo y negro que son los taxis
de Buenos Aires detrás del vidrio de un bar, lo infinito que resulta la avenida
Santa fe, cuando cae uno en su soledad de medio día, si, sólo debe comer
con un espacio vacío, enfrentado ante una silla que no habla, ni sonríe cuando
uno mas lo necesita.

Mendigo de amor, observaba cómo iban y venían las sirenas en las orillas
de la avenida, cómo descendían y ascendían ángeles a los taxis, no es para
mal interpretar, pero esta voz de tango de Goyeneche me abre mas las heridas.

Mozo, un trago mas y le juro que esta ves me voy, no tengo mas monedas
en mi bolsillo, el amor me enseño de pobrezas, si quiere le dejo mi guitarra
de seña, si quiere le dejo mis poesías de propina, si no alcanza le dejo mi
dignidad. Porque lo he perdido todo, una gitana me a maldecido para siempre.

Esta va por la casa, dijo, y me sonrió.
Mi garganta no daba mas, se debatía entre el cielo y el infierno, mi mente tan
sólo era consciente de que no quería penar mas.
Mal amores tropezaba en mis recuerdos, no dejaba de imaginarme que
vendrías por esa puerta y me llevarías envuelto entre tus brazos una ves mas,
que me salvarías de esta mi torpeza, mi torpeza, de no saber olvidar.

domingo, 6 de abril de 2008

Lluvia rosada gris


Ella se destiñe,
en las pupilas de los ojos del hombre,
se descascaró de sus sentidos,
gritó, gimió, y luego lloro bajo el alba.

En su húmeda falda rosada,
guardaba quince años de inocencia,
en su apretada blusa celeste, reside
la inmadurez de su sexo.

Pero llegó él, con sus finas botas
de cuero negro, recién orinadas
por el odio de los perros.
“y la tomó”, bebió toda la noche
del cóctel de su virginidad.

Bebió, de la maldita noche
la simple desdicha del mal.

Ella llovía con un rosado gris,
mientras él lastimaba cada parte de su cuerpo.
La enredó con su oxidado alambre de abstinencia.
La ahorcó con la soga de su excitación.
“Y la mató”

Ella llovía bajo la ducha,
mientras su pubis sangraba de dolor.
Ella llovía en su dormitorio,
temblaba de pánico. Sudor.

Tomó conciencia del mal
que había engendrado aquel endemoniado hombre,
agonizaba sobre la cama, cuando vio
la culata del arma calibre 22.
Dio 2 vueltas a la montaña rusa,
disparó, con su último aire se mató.

No lloró, se dio vuelta por detrás del sillón.
Gritó, gimió.
El llanto del niño que habitaba en su vientre,
era tan maduro, y tan maldito
que murió.

Ella llovía otra vez, mientras se adaptaba
a su nueva vida.
Pensaba: “¿Qué mas da? Si no hay mas dolor.”

Ella llovía de rosado gris.
Se secó y se sumergió diez metros bajo tierra.
Pasó a ser parte del olvido.

Él caminó como un vagabundo todas las noches;
hasta que vino un loco engatillado
y disparó.
No tuvo tiempo de arrepentirse,
se llevó todo el aire de la ciudad.

Entonces el diablo le tocó un muslo,
lo domesticó, lo engañó,
y lo llevó a su cruel infierno.

Y ahora es así una tumba bañada en sangre:
Un infeliz hombre pudriendo nuestro eterno
jardín.

jueves, 10 de enero de 2008

Metamorfosis

Voy hacia el aire con alas multicolor.


Me transformo, soy el sol, una flor en
estado de fotosíntesis

un hombre vestido de paz,
un hombre que se alimenta de pobreza,
un hombre que puede volar.
Soy luz, fuente de tu divino ser, la
seguridad ante tus ojos humanitarios,
la bondad de un ángel guardián.

Vuela conmigo, transmuta, de fértil
insecto a suave libelula.

Ven conmigo, te llevaré, transformaremos
la tierra, cultivaremos la esperanza en
suaves campos de algodón y así dormir
nuestro sueño, así dormir eternamente.

Miguel Angel Porcel de Peralta.

jueves, 3 de enero de 2008

Las copas


Entre copas sucias nos miramos.

Amanecidos mientras ella lavaba las copas sucias con lágrimas de sus ojos, cuando hace tan solo unas horas atrás esas copas brindaban de alegría.
Está sola, hasta la sobra de su presencia la atemoriza, su cenit rostro me miraba, y yo perdido en preguntas la abracé.

Me baño en llanto y no pude evitarlo, me duele, me dijo, me duele...
¡Y yo me quede sin habla!

Me duele el llanto, no puedo, todo se vuelve imposible e inalcanzable. Me quedo sola, con las penumbras de un viejo amor que no me ama, que no me extraña y me sucumbe un tsunami de preguntas, que me pueden y se me vuelve interminable esta batalla conmigo misma...
¡Y yo vi!

Como esa sombra de amor deambulaba por los rincones del castillo, veía que también sufría. Cruel espectro de castigo, el perdido no la abrazaba, se tornaba sombra, no la besaba, ni la amaba...
¡Y yo sentí!

Que ese amor era imposible, que el tiempo lo había sepultado entre sábanas rotas, de tantas penas.
Ella no comprendía nada, su amor la miraba de cara al espejo y no le decía nada. Se recogió el pelo con preguntas, se volvió fantasma dentro de sí y se casaron en el umbral de la muerte, pero el no estaba muerto, es que ella ya había perdido la cordura hace tiempo y no lo veía, ni lo sentía.

Fin.

Miguel Angel Porcel de Peralta.

Pureza



Amada mía pureza de ángeles negros, vagando en el cielo infinito, laberinto de pecados, castigo de paloma.


Déjame adentrarme en tus muslos de paloma blanca
y copular indefectiblemente en tu ser, acortejarte con mi humilde belleza,

y aniquilarte en múltiples orgasmos hasta al anochecer.

Mariposa negra que manipulas mis deseos, que me apresas a tus virtudes. Inundado de orgasmos pienso en tu nombre, me desespero y caigo en tu fatal juego.

Suculenta deidad no me atraigas, no me lleves, arrástrame a tus bajezas de mujer y hazme tan solo un mortal que se desliza entre tus fluidos pensamientos.

Miguel Angel Porcel de Peralta.